Los Grupos y Yo

María Teresa Pi Ordóñez

En este artículo explico mi experiencia y formación en el trabajo en grupo en los ocho años que trabajé en el Institut Pere Mata (IPM). La institución estaba estructurada siguiendo las directrices de la psicoterapia institucional. Desde el año 1968 era supervisada por Francesc Tosquelles, psiquiatra catalán que tuvo que exiliarse a Francia al terminar la guerra civil española. En el país vecino fue uno de los promotores de esta corriente. En su juventud se formó en el Institut Pere Mata, teniendo como mentor a Emili Mira i López. Me centraré en un tipo de grupos creado por él a los que llamábamos “casetes”. Eran grupos de profesionales que se reunían semanalmente durante una hora y media que se gravaban en casetes que se enviaban al Dr. Tosquelles, de ahí el nombre. En la semana de formación mensual, había una sesión en la él comentaba algunas de ellas y se trabajaban conjuntamente.

Tenía veintisiete años cuando empecé a trabajar en el IPM, donde Francesc Tosquelles, supervisaba la formación desde hacía más de una década. Venía una semana cada mes, llamada la semana de formación, en la que el trabajo con los pacientes se ralentizaba para asistir a las diferentes sesiones. Estas sesiones eran siempre grupales. Tosquelles era un ferviente defensor de la formación grupal y en grupo, en una de sus venidas en la que hablábamos de supervisión dijo que él sólo admitía supervisar en grupo, negándose a realizar supervisiones individuales. Empezó a venir a Reus coincidiendo con un cambio de gerencia y de dirección. El gerente, Ramón Vilella, junto con un equipo de psiquiatras jóvenes que deseaban reformar la atención psiquiátrica en el hospital para que dejara de ser un manicomio, decidieron buscar a alguien que les ayudase para realizar el cambio y, aconsejados por Ramón Sarró, psiquiatra catalán que era consultor del IPM, decidieron contactar con Tosquelles para que les guiara en el proceso.  Eso fue en 1967 y Tosquelles empezó a colaborar en el proyecto un año más tarde. Por aquel entonces Tosquelles era el director del Hospital Psiquiátrico de Saint Alban.

Empecé a trabajar en la institución el julio de 1983 y descubrí un funcionamiento totalmente diferente al que había imaginado. Cada mañana se hacía una reunión con tod@s l@s profesionales, incluyendo a un/a auxiliar psiquiátric@ representando a cada pabellón y espacios del Club (bar, tienda, deportes, etc.). En aquella reunión se compartía lo que había sucedido en cada uno de los espacios institucionales desde la reunión del día anterior, reflexionando conjuntamente sobre ello y preparando la nueva jornada. Se hablaba de l@s pacientes centrándonos especialmente en sus palabras, en lo que decían. Se compartía lo que comentaban en los diferentes espacios. No se dice lo mismo a un/a auxiliar, que al psiquiatra, psicólog@ o enfermer@. Los significantes varían y el significado puede encontrarse ensamblando todas las piezas, como en un puzle. Como decía Tosquelles, cada un@ de nosotr@s tiene algunas piezas, y únicamente si las compartimos podemos deducir una parte de lo que l@s pacientes nos transmiten. L@s pacientes también se reunían en grupo diariamente en cada pabellón y en los diferentes espacios del Club con un auxiliar formad@ y un terapeuta psiquiatra o psicólog@ asistía a los grupos una vez por semana. En cada pabellón además se celebraba una asamblea semanal conducida por los coordinadores psiquiatras o psicólog@s a la que asistían tod@s l@s pacientes y todo el personal que estaba de turno. Existía también la asamblea general del Club.

La formación continuada era una pieza importante en el desarrollo del proyecto. Los miércoles era el día de formación, en la que realizábamos seminarios por grupos, la sesión clínica institucional y los grupos de casetes. Eran grupos de ocho o nueve trabajador@s de todas las categorías que no estaban en el mismo equipo. Nos reuníamos cada semana en el mismo lugar y a la misma hora durante una hora y media. La consigna es que nuestras intervenciones fueran breves y espontáneas y siempre acerca de l@s pacientes, asociando libremente. Hablábamos de situaciones, comentarios… de l@s pacientes y sus familias que habían llamado nuestra atención. La situación podía haberse dado en espacios formales, como el marco terapéutico individual o grupal, o informales, p.e. situaciones o comentarios oídos en el bar o lo que alguien nos había dicho al cruzarse con nosotr@s, y que habían llamado nuestra atención. Se hablaba también de situaciones que nos preocupaban, pero siempre en referencia a nuestro trabajo. Un miembro del grupo ejercía el papel de secretari@. Su función era tomar notas y grabar la sesión en una casete que se enviaba a Tosquelles. El/a secretari@ hablaba únicamente para favorecer la participación de todo el mundo sin dar su opinión o realizar comentarios personales. Abría y cerraba la sesión. Al final, entre tod@s ponían un título intentando que reflejara lo que había surgido a lo largo del grupo.

Tosquelles decía:

una de las cosas que el/a secretari@e debe observar, y por lo que debe intervenir, es que, independientemente de lo que se diga, debe haber intercambio, estén de acuerdo o no, facilitando el trabajo o atacando. Si intervienen cuatro o cinco, se puede continuar porque el grupo va bien. No existe diálogo grupal si no hablan más de tres. Además, no se puede hablar únicamente de un paciente, sino de vari@s, en libre asociación.

La ley del grupo implicaba que no se debían buscar explicaciones sobre lo que se estaba hablando, sino que se debía asociar con el primer caso que viniera a nuestra mente. Se trataba, como decía Tosquelles, “de estar alrededor de una mesa con un grupo, sin esperar que algo se aclare, aunque puede ser que al final algo se aclarará”. Al final de cada sesión sería bueno marcharse con la sensación de no haber terminado, de tener más cosas que decir, para así volver a la próxima sesión. Se trataba de una experiencia de continuidad que no tenía fin. Cuando alguien se mostraba reaci@ a participar en estos grupos Tosquelles decía que era porque tenía un superyó «como una casa», expresión catalana que significa inmenso, y sus proyecciones.

Este tipo de grupos se inició cuando dos de los entonces jóvenes psiquiatras del IPM le pidieron a Tosquelles realizar reuniones de formación y supervisión. El primer grupo estuvo formado por cinco psiquiatras, que grababan las sesiones y se las enviaban a Tosquelles. Éste las comentaba con ellos en sus venidas mensuales al hospital. Progresivamente fueron llegando más profesionales y se crearon nuevos grupos. Todos los participantes entonces eran psiquiatras, pero en los años ochenta empezamos a llegar psicólog@s, enfermer@s y trabajador@s sociales y nos unimos a los grupos. Se ofreció participar también a l@s auxiliares psiquiátric@s que coordinaban grupos en los pabellones, hospitales de día y el Club. A finales de los ochenta aparecieron algunas resistencias por parte de algun@s profesionales y se acordó que no fueran grupos obligatorios. De todos modos todo el mundo siguió asistiendo.

¿Qué aprendí? Uno de los principales aprendizajes fue la necesidad de la formación continuada y no dar nunca nada por sabido. Tosquelles siempre decía que de quien más se aprendía era de los pacientes. Debíamos estar abiert@s a escucharles y observar. Por aquella época asistí a mi primer Symposium de la SEPTG y una de las ponencias planteaba la pregunta: ¿A quién escuchamos cuando estamos con un paciente? ¿A esa persona o al creador y seguidores de la teoría en la que nos hemos formado? Quizá por eso nunca me he conformado con seguir un único enfoque en psicoterapia. La base de la formación en el IPM era el psicoanálisis y los grupos terapéuticos seguían los postulados del análisis de grupo. Leí y trabajé con otr@s colegas sobre los libros que poblaban la biblioteca de la institución, allí, además de las obras completas de Freud, y libros de otros autores como Melanie Klein, Lacan, Bowlby, etc. había obras de Anzieu, Foulkes, Bion, Moreno y otros teóricos de la terapia de grupo. En los centros ambulatorios y dentro del hospital era casi obligatorio hacer grupos de terapia. Cuando iniciamos la actividad de hospital de día, yo estaba en Tarragona y la mayoría de l@s pacientes que asistían, estaban diagnosticad@s de esquizofrenia. Realizando grupos con ell@s sentí que necesitaba ir más allá e inicié mi formación en psicodrama después de asistir a un Congreso de Psicodrama que se celebró en Barcelona. La introducción de técnicas activas y el trabajo con objetos intermediarios en el hospital de día, ayudó en la evolución de l@s pacientes. Otra cosa que aprendí, fue a trabajar en equipo, un equipo no deja de ser un grupo de trabajo, atravesado por las mismas dinámicas de cualquier grupo.

Dejé la institución en 1991, pero estas enseñanzas han estado siempre conmigo y he intentado no dejar nunca de investigar a partir de las experiencias del trato con l@s pacientes, familias y grupos de terapia y perseverar en seguir aprendiendo.

Tosquelles escribió en el prólogo de uno de sus libros hablando la función materna y paterna:

si se puede hablar de buenas madres, en el sentido de promover el crecimiento ‘humano’ de su hijo, este título se debería reservar a las madres que saben separarse de sus hijos (…).

La función paterna consiste en dar un nombre e introducir así al hijo en el sistema simbólico del lenguaje; se podría decir exagerando un poco, que un ‘buen padre’ es el que ayuda a la madre a poder privarse del hijo, introduciéndolo en el grupo”.

María Teresa Pi Ordóñez
Psicóloga clínica y Psicodramatista. Trabajé en el Institut Pere Mata en Reus, Tortosa y Tarragona como psicóloga clínica desde 1982 a 1991. Desde 1992 trabajé en el Institut d’Assistència Sanitària (IAS) en Girona, donde fui jefe de servicio del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil del Gironès y Pla de l’Estany hasta mi jubilación en julio de 2019. Miembro del Colegio de Psicólogos de Catalunya. Secretaria de la IAGP. Expresidenta de la Sociedad Española de Psicoterapia y Técnicas de Grupo (SEPTG). Vocal de Formación de la International Attachment Network España. Miembro del Laboratorio de Apego y Desarrollo humano de la Universitat de Girona.
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