Nicolás Caparrós. Un grupo analista universal

Arturo Ezquerro

1941-2021

Conocí a Nicolás Caparrós en agosto de 1995, en Buenos Aires, en el XII Congreso de la Asociación Internacional de Psicoterapia de Grupo. Para mí fue un honor contar con su presencia en uno de los seminarios que impartí sobre los aspectos antagonistas y complementarios de los modelos bioniano y foulkesiano de terapia grupal.

A Nicolás le intrigó el hecho de que yo había completado recientemente mi formación en el Institute of Group Analysis, tras llevar mi grupo de terapia en la institución “rival”, la Tavistock Clinic de Londres. Ningún estudiante del Instituto había intentado este experimento con anterioridad dado que ambos modelos se consideraban mutuamente excluyentes e incompatibles, fruto no sólo de las diferencias en la técnica terapéutica sino también de una dinámica de complejas lealtades políticas.

Nicolás tenía una profunda capacidad integradora; en su concepción del grupo y de las dinámicas grupales utilizó creativamente ideas de Enrique Pichón-Riviere, Sigmund Freud, Melanie Klein, René Kaës, Wilfred Bion y Siegmund Foulkes, entre otros. Su interés por mi experiencia híbrida como estudiante hizo que, después del seminario, nos reuniésemos los dos con nuestras respectivas parejas, Isabel Sanfeliu y María Cañete. Nicolás e Isabel me invitaron a publicar el trabajo sobre Bion y Foulkes en la revista Clínica y Análisis Grupal, que Nicolás había co-creado dos décadas antes.

Fue el comienzo de una colaboración frecuente, continuada y estimulante, de artículos, traducciones, reuniones virtuales, comidas de trabajo, congresos y libros, que se mantuvo hasta su muerte. Mi vínculo intelectual con él pasó a ser un vínculo profesional y desembocó en un vínculo afectivo: Nicolás fue maestro, colega y amigo.

De familia con profundas raíces almerienses, por azares del destino, Nicolás Caparrós nació en 1941 en un Madrid devastado por la Guerra Civil. Estudió medicina de 1959 a 1964 con la intención de trabajar en salud mental. Durante su formación como psiquiatra, se nutrió de ideas provenientes del movimiento de la antipsiquiatría, el existencialismo, la fenomenología, el marxismo y el psicoanálisis, sobre todo el kleiniano y el freudiano.

Una de sus tesis doctorales fue sobre la evolución del pensamiento de Freud, a través del estudio de la correspondencia que el padre del psicoanálisis tuvo a lo largo de su vida profesional. Con posterioridad, Nicolás publicó cuatro volúmenes críticos a partir de esta tesis.

En 1968, trabajó en el Maudsley Hospital de Londres como clinical assistant y se familiarizó con el tratamiento radical de pacientes psicóticos en Kingsley Hall. A su regreso a España, uno de sus importantes logros como médico joven fue la Jefatura de Servicio del Hospital Psiquiátrico Nacional de Leganés, donde contribuyó al desarrollo de una cultura de psiquiatría social y de terapia de grupo democrática que humanizó el tratamiento de pacientes crónicos y marginados.

De 1972 a 1974 trabajó como profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Durante su estancia en Argentina, conoció a Enrique Pichón-Riviere y continuó su formación psicoanalítica y grupo analítica.

Nicolás tuvo una activa vida institucional y docente. En 1975, fundó el Grupo Quipú de psicoterapia, del que fue director hasta 1998, momento en el que co-creó Imago Clínica Psicoanalítica con Isabel Sanfeliu.

En 1988, co-fundó con Joan Campos la Sociedad Española para el desarrollo del Grupo, la Psicoterapia y el Psicoanálisis (SEGPA), de la que fue presidente de 1991 hasta 2000; a partir de ahí fue nombrado presidente de honor vitalicio. La revista Clínica y Análisis Grupal, lanzada en 1976, extendió su función académica y pasó a ser también un órgano de expresión política de SEGPA.

En su trabajo como psicoanalista y grupo analista, Nicolás se inspiró en la teoría del vínculo de Pinchón-Riviere, para quien el vínculo es una relación particular con un objecto o persona, que lleva al establecimiento de un patrón de comportamiento más o menos estable con dicho objecto o persona (tanto a nivel externo como interno). Este patrón tiende a perpetuarse de modo automático e inconsciente. A través de la relación con esa persona, se reproduce con distintos matices una historia de vínculos determinados en el tiempo y el espacio.

Indudablemente, la noción de vínculo es muy cercana al concepto de apego que mi mentor John Bowlby presentó en la Sociedad Psicoanalítica Británica en 1957, y que posteriormente elaboró en su concepción del apego grupal. Con un enfoque eminentemente psicosocial del desarrollo humano a través del ciclo vital, el estudio de las relaciones vinculares y de apego supone un salto cualitativo en las teorías psicoanalíticas, que se centraban predominantemente en los procesos intrapsíquicos.

Nicolás concibió el vínculo como una estructura dinámica en continua evolución, que engloba tanto al sujeto como al objeto, con unas características consideradas normales y unas alteraciones interpretadas como patológicas. Así desarrolló su propio modelo de encuadre teórico y de abordaje clínico, que denominó “modelo analítico vincular”, elaborado en dos originales volúmenes que publicó en 1992.

Nicolás señaló que el análisis del vínculo patológico que el sujeto establece con otro le permite comprender de qué manera perturba la estructuración normal de la personalidad, y de qué forma se debe operar sobre el paciente para rectificar sus vínculos patológicos y contribuir a la protección de una evolución sana de su personalidad.

El enfoque que dio al grupo terapéutico, desde su modelo analítico vincular, privilegia los aspectos relaciónales sobre los contenidos. Eso sí, los contenidos de los que se ocupa preferentemente dicho modelo son las consecuencias engendradas por las relaciones actuales en el grupo.

En 1999, Nicolás contribuyó a un volumen publicado por la International Library of Group Analysis, con un vivificante y original capítulo sobre la psicoterapia de grupo de las psicosis. Aquí sostuvo que la relación sana de apego o vínculo afectivo se establece tras haber alcanzado el suficiente grado de separación psíquica, que permita percibir y aceptar al otro como distinto de uno mismo.

Con frecuencia, en muchos pacientes psicóticos (y en algunos no psicóticos), este proceso de desarrollo sano ha sido alterado en etapas tempranas de la vida.

En su técnica como psicoterapeuta de grupo, Nicolás fue decididamente idiosincrático, inclusivo e integrador. Podríamos decir que fue bioniano, intelectualmente, a la hora de definir los mecanismos de defensa inconscientes. Sin embargo, sus intervenciones dentro del grupo tuvieron un carácter más foulkesiano, al poner el énfasis en la comunicación. Foulkes buscaba mantener la comunicación viva en sus grupos, hasta el punto de equiparla al propio proceso psicoterapéutico. Para Nicolás, la comunicación genera el grupo, lo define y lo mantiene.

En 2004, Nicolás produjo un exhaustivo tomo monográfico sobre el origen y el significado del grupo a niveles múltiples, con la contribución de varios autores entre los que tuve la fortuna de encontrarme. Basándose en estudios antropológicos y de la evolución de las especies, Nicolás planteó la hipótesis de que “el grupo creó al hombre”. Dicha concepción, que dio título al libro, es una de las muchas expresiones de la calidad intuitiva y la singularidad del pensamiento de Nicolás.

Sin lugar a dudas, desde una perspectiva evolutiva, el grupo humano se constituyó gradualmente en una estructura adaptativa al servicio de la supervivencia. Somos animales sociales; nuestra sociabilidad y nuestro apego grupal progresaron como respuestas que pudiesen maximizar la supervivencia ante las amenazas y las presiones evolutivas, en un entorno hostil y cambiante.

El instinto epistemológico de Nicolás lo llevó a co-dirigir con Rafael Cruz Roche una obra monumental: Viaje a la Complejidad. Se trata de una aventura transdisciplinaria sin precedentes, a través de las ciencias y las artes que configuran una perspectiva actual del conocimiento, sintetizada en cuatro volúmenes que abarcan diversos niveles de integración, publicados en 2012 y 2013.

  • El primer volumen aborda un nivel de integración físico: Del Big Bang al origen de la vida.
  • El segundo volumen busca un nivel de integración biológico: Del origen de la vida a la emergencia del psiquismo.
  • El tercer volumen estudia un nivel de integración psíquico: El psiquismo. Un proceso hipercomplejo.
  • El cuarto volumen explora un nivel de integración social: La complejidad de lo social. La trama de la vida.

Tengo una deuda existencial con Nicolás por habernos involucrado en este ingente proyecto, que es un exponente fidedigno e indeleble de su legado.

En suma, Nicolás ha sido una persona tremendamente prolífica y creativa, como psiquiatra, psicoanalista, grupo analista, escritor y docente. Era pura pasión por investigar y conectar campos dispares.

Publicó cerca de 100 artículos científicos; fue autor o editor de 35 libros; y contribuyó a la formación de varias generaciones de psicoterapeutas, psicoanalistas, grupo analistas y trabajadores sociales, tanto en España como en América Latina.

El apego hondo a sus orígenes, como buen almeriense, hizo que incluso explorase el género de la novela histórica para dar rienda suelta a su curiosidad por el devenir de Al-Andalus, la cultura reinante de sus antepasados durante ocho siglos. Podríamos decir que, a través de su erudición, su magnanimidad y su conciencia social, Nicolás se convirtió en un califa único y atemporal de la psiquiatría, el psicoanálisis y el grupo análisis.

Durante seis largos años de lucha contra un cáncer cruel, Nicolás continuó siendo una fuente de inspiración y un ejemplo de trabajo y de crecimiento hasta el final del camino. Nunca dejó de compartir su saber enciclopédico, sus reflexiones serenas y su humanismo, como un estímulo, un aliento y un referente que sigue vivo después su muerte.

Para mí, Nicolás ha sido un regalo de la vida. Además de su sabiduría y de su creatividad contagiosa, era una persona que rezumaba generosidad, afecto y lealtad.

Nicolás fue dichoso de compartir su viaje con Isabel Sanfeliu, su compañera del alma, su amor, su base segura, su vínculo profundo y su figura de apego inquebrantable, durante todos y cada uno de los últimos 40 años de su vida.

Isabel, con la belleza de su carácter, su estilo terapéutico, su capacidad intelectual, literaria y organizativa, y su orden dentro de la complejidad de un mundo turbulento, ha sido la pareja perfecta que ha dado más sentido a la existencia de Nicolás.


Nacido en Logroño, La Rioja, Arturo Ezquerro lleva 38 años ejerciendo como médico psiquiatra, psicoterapeuta de orientación psicoanalítica, y grupo analista en Londres. Es profesor en el Institute of Group Analysis, y el primer español en conseguir una Jefatura de Servicios Públicos de Psicoterapia en Reino Unido. Es miembro honorario del International Attachment Network y de la World Association of International Studies. Colabora habitualmente con radio, prensa y televisión, y reúne más de 80 publicaciones en 5 idiomas, incluyendo los libros “Encounters with John Bowlby” (Routledge) y “Relatos de apego” (Psimática).

Email para correspondencia: arturo.ezquerro@ntlworld.com