Coro comunitario: Mi experiencia con un grupo de colombianos exiliados en Canadá

Amparo Jiménez

Este ensayo etnográfico busca comprender la experiencia de un grupo de colombianos -y amigos de colombianos- residentes en Montreal que, al participar activamente en la creación de su propio Coro, desarrollaron un sentido de pertenencia y de comunidad como un medio de apoyo a la difícil tarea de escuchar los testimonios de los colombianos que tuvieron que exiliarse en la provincia de Quebec. Se describe el proceso de cantar en grupo como una forma libre e inmediata de autoexpresión emocional que generó una forma de dialogar más allá de las palabras. Los colombianos que desconfiaban de otros colombianos aprendieron: a confiar en sí mismos para cantar, esto dio lugar a intercambios auténticos sobre sus experiencias presentes y pasadas, para finalmente decidir como grupo su compromiso con tareas de gran desafío como fue apoyar el trabajo de la Comisión de la Verdad, recibiendo los testimonios de diferentes grupos de exiliados. La experiencia sugiere pistas interesantes de una metodología socialmente construida que enriquece prácticas de escucha en contexto de reconstrucción de memoria histórica.

Palabras clave: colombianos en el exilio en Montreal, Coro comunitario, Método etnográfico, Comisión de la Verdad, Cantar en grupo, Prácticas de escucha.

Ilustración inicial

Ese día, habíamos introducido en el coro la dinámica de improvisación llamada el micrófono abierto. Esta dinámica consistía en que, caminando libremente por la sala, cantábamos Mi país, la canción himno del coro con la que más nos sentíamos identificados como colombianos viviendo en Montreal. Luego, el grupo de espectadores que nos acompañaban esa noche fueron invitados a cantar con nosotros y a acercarse al micrófono abierto instalado en la mitad de la sala para expresar espontáneamente ideas, sentimientos o mensajes que surgían de la atmósfera envolvente de aquel encuentro. Era el 10 de diciembre 2019 y cantando villancicos, celebrábamos el fin de año con los miembros y amigos del coro. Por supuesto, habíamos acordado bajar el volumen del canto para escuchar atentamente el brillo de las voces de los voluntarios que expresaban en sus palabras una mezcla de nostalgia y liberación.

Fue justamente en esa atmósfera de vínculo colectivo que yo misma percibo en mí, el deseo de compartir la admiración que sentía por mi amiga y compañera del coro, Catherine. Fue en ese mismo instante que, como en una película, vislumbré imágenes de momentos cuando empezaba mi carrera como profesora universitaria, en que, acompañada por la presencia de esta historiadora, pude iniciar el camino de exploración de mi propia identidad como colombiana. Entonces dije frente al micrófono abierto:

Quiero celebrar con ustedes los muchos años de amistad con Catherine. De ella he aprendido a aceptar que provengo de un país complejo, de un país violento, de un país desigual que, de cierta manera, me alejó de vivir cerca de mi familia. La pasión de esta historiadora norteamericana por nuestro país me contagió y me ha permitido explorarlo de otra manera. Con humildad entendí que “el esclarecimiento de la verdad” pasa por la búsqueda de mi propia verdad, la que me pertenece, la que llevo adentro; solo así podré comprometerme a escuchar la verdad de las personas exiliadas por el conflicto que quieren hoy dar su testimonio.

Introducción

El periodo de confinamiento causado por el Covid-19 desde el mes de marzo de 2020, reveló en mí una cierta nostalgia por la ausencia del vínculo colectivo que construíamos todos los martes, durante los ensayos del coro, en el Laboratorio de Actos de Escucha de la Universidad de Concordia[1]. Este estado de ánimo, entre nostalgia y gratitud, ha sido apropiado para intentar comunicar la significación que tuvo para mí participar en el Coro A la Escucha. Trataré de describir entonces el proceso por el cual un grupo de 19 personas pudo dar vida a aquella idea de Pilar -directora del coro- y Luis -director del Laboratorio – de crear un coro. Cantando canciones colombianas, nos dimos a la tarea de escuchar los numerosos testimonios de exiliados que viven hoy en Montreal. Mis notas etnográficas tomadas durante los ensayos del coro y los encuentros de grupo desde julio 2019 hasta diciembre 2020, así como las notas de mis reflexiones durante doce encuentros con mi grupo de formación Creating Large Group Dialogue in Organisations and Society (CLGDOS) en Roffey Park en Inglaterra desde enero de 2019 a enero de 2020, serán el fundamento de este relato.

CLGDOS es un programa de talleres residenciales en asociación con la Sociedad Internacional de Análisis de Grupo (GASi) del Reino Unido que me ha ofrecido la oportunidad de aportar el potencial del Gran Grupo en mi trabajo con el Nodo Quebec. La comunidad de práctica me ha proporcionado un gratificante lugar de apoyo para reflexionar sobre las experiencias con el Coro Comunitario, utilizando las aportaciones teóricas y la experiencia de todo el grupo. Estoy inmensamente agradecida con cada uno de los miembros de este grupo; con Kevin, Fiore, Regina, Fiona, Susan, Sally, Katy, Anna-Maija, Jutta, Sue, Bjärne, Kjersti, Francesca, Tim, Elizabeta, Sanya, Farideh, Tija, Dick, Bob, Kevin P., Mike, Teresa y Göran. Sin sus preciosas intuiciones, discernimiento y aceptación, no habría sido posible entender por mi misma los invaluables aprendizajes en el proceso de conciencia de mi identidad como colombiana.

Para empezar, contextualizo los orígenes del coro, explicando la relación entre el grupo Nodo Quebec y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (en adelante, la Comisión)[2] y describo los orígenes del Coro. Luego, describiré las tres prácticas de performance que fueron marcadores importantes en la evolución del coro como grupo. Finalmente, compartiré algunas reflexiones sobre un proceso de grupo que facilitó la toma de conciencia de la propia voz al igual que la exploración de la identidad colectiva como colombianos en el exterior.

La Comisión de la Verdad y el Grupo Nodo Quebec

La Comisión de la Verdad (CEV) es uno de los mecanismos de justicia transicional creado por el gobierno en 2016 con el fin de dar cumplimiento a los Acuerdos de Paz firmados con la guerrilla de las FARC, que puso fin a más de 50 años de conflicto armado en Colombia. La Comisión forma parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición (JEP) y fue creada con el objetivo de clarificar hechos y patrones de violencia ocurridos durante el conflicto armado. La comisión se ha dado como tarea: (a) promover la participación de los diferentes sectores de la sociedad, incluyendo víctimas y victimarios que participaron directa o indirectamente en el conflicto armado, y (b) ofrecer una explicación amplia de la complejidad del conflicto a toda la sociedad en 3 años de trabajo.

El Nodo Quebec es un grupo que varía entre 13 y 19 hombres y mujeres voluntarios, encomendados por la Comisión con la tarea de tomar testimonios de personas impactadas por el conflicto armado y que se encuentran en el exilio en la provincia de Quebec. Así mismo, el Nodo está constituido por representantes de víctimas del conflicto armado, de mujeres indígenas y afrocolombianas, de profesores universitarios, de estudiantes de postgrado y doctorado, de activistas políticos, de líderes comunitarios, de artistas, de periodistas, de psicólogas, y de una historiadora norteamericana con gran conocimiento sobre Colombia. El coordinador del Nodo es el director del Laboratorio de Escucha.

El Laboratorio da apoyo logístico al Nodo y ha sido, antes de la pandemia, la sede de las reuniones donde han tenido lugar: (a) las reflexiones sobre el propio proceso de grupo; (b) los ensayos del coro; (c) la realización de las entrevistas con “víctimas” exiliadas; y (d) la realización de diversos eventos públicos que buscan atraer exiliados y amigos de exiliados a construir comunidad. Desde el momento que se inicia la crisis por el Covid19, el coro y el grupo Nodo Quebec han mantenido sus encuentros a través de la plataforma ZOOM.

En los meses de abril y de septiembre de 2019, los integrantes del Nodo Quebec recibimos una formación especializada para escuchar los testimonios de las personas “víctimas del conflicto” que debieron tomar el camino del exilio. Esta formación consistió en dos talleres que tenían como objetivo la comprensión de los aspectos psicosociales necesarios para facilitar la participación de “quienes dan testimonio”, en un contexto de confianza y dignificación. Los talleres ayudaron a reforzar las habilidades necesarias para fortalecer el acompañamiento a los participantes en este proceso (entrevistados y entrevistadores), así como los aspectos básicos para el cuidado emocional de los miembros del equipo voluntario de la Comisión.

Dentro de este contexto, el Coro A La Escucha se constituyó en un espacio social sirviendo de puente entre el objetivo de crear comunidad entre colombianos y amigos de Colombia que viven en Montreal (personas en el exilio, refugiados, profesionales, estudiantes), y el trabajo de apoyo a la Comisión. Cantando escuchamos las propias voces y logramos expresar el dolor y la desesperanza de muchos colombianos que han vivido el exilio durante años.

El coro, un medio para escuchar voces de sufrimiento y de esperanza

La idea del coro se precisa el viernes 5 de julio de 2019 cuando el grupo de colombianos que habíamos ya participado en la reunión con el equipo de la Comisión de Bogotá (24 abril 2020 en Montreal), nos reunimos para pensar en acciones concretas que podríamos dar a los Acuerdos de paz: ayudar a la Comisión en la tarea de escuchar los testimonios de los exiliados. Algunos de los contenidos que se dijeron en la primera reunión, reflejan este interés común, materializándose a su vez la formación del Coro A la Escucha:

Teresa, capellana carcelaria, con formación en teología: “no creía en el Acuerdo de Paz, ahora quiero reconciliarme con mi propia historia; desde que dejé Colombia hace 12 años no he vuelto. Creo que la paz es posible y quiero ayudar con mi experiencia de escuchar al otro.”

José, periodista y estudiante de maestría en literatura: “mi interés por estar en este grupo es personal y emocional, vengo por un proyecto más amplio que el de dar apoyo a la Comisión, el de construir comunidad”.

Catherine, profesora de Historia Latinoamericana: “estoy aquí porque desde 1974 mi interés es Colombia, hice mi doctorado sobre este país, dirijo tesis sobre sus diferentes problemáticas, y ahora quiero aportar en el trabajo de la Comisión”.

Sarabeth, artista chilena, “me interesa generar comunidad desde mi experiencia como pedagoga y por medio de lo que se hacer, talleres en centros comunitarios y arte”.

Luis, director del Laboratorio de escucha dice: “estoy aquí no solamente para ayudar a la Comisión, Quebec es nuestra casa, quiero que construyamos una infraestructura a largo plazo para crear comunidad, generar un espacio de solidaridad.”

Recuerdo que esta reunión fue especialmente productiva, no solo por las propuestas de acción generadas, sino también porque se creó un ambiente de trabajo fluido, agradable, productivo y amigable. Esta atmósfera nos permitió igualmente reflexionar sobre nosotros como grupo de colombianos -y amigos de colombianos- que voluntariamente querían apoyar los procesos de paz desde el exterior. Contra toda expectativa, observé que dejamos a un lado las barreras de desconfianza y de “sospecha del otro”, adoptando una actitud desprevenida, acercándonos al relato de las respectivas historias, alegres o tristes; todo con el ánimo de crear la confianza necesaria para comprometernos con la tarea de recibir testimonios de dolor de otros colombianos, víctimas directas o indirectas del largo conflicto armado.

Desde el primer ensayo, determinamos que el coro estaría abierto para quien deseara participar. Esto significa que no habría audiciones (todos pueden cantar) y no se requerirían conocimientos musicales previos (la capacidad de leer música). Recuerdo que después del primer ensayo de dos horas, volví a casa caminando y cantando muy feliz de haber, con la ayuda de nuestra directora Pilar, identificado la tonalidad de mi voz con la que podía cantar. La dinámica del grupo ese día fue de complicidad y alegría. Todos estábamos felizmente sorprendidos de producir juntos una interpretación, más o menos afinada, más o menos en armonía. Estuvimos presentes en ese segundo ensayo del martes, 15 personas. Rápidamente se creó un sentido de comunidad. Esta atmósfera de grupo que fue emergiendo en el coro me hacía pensar en von Sommaruga Howard[3] et De Maré[4]. De acuerdo con este autor:

con el tiempo y el trabajo emerge un estado de ‘Koinonia’ o un proceso recursivo, una danza que continúa, formándose y derivándose en una constante circularidad. En ciertos momentos de posible coherencia, surge un nuevo pensamiento (del caos a la creación) (traducción libre).

…la comunión, el compañerismo, la interrelación implica no una amistad personal e individualista sino impersonal… …una democracia… una forma de unión y amistad que trae una serendipia de recursos…

A continuación, describo algunas prácticas de performance que fueron fundamento de aprendizajes en la vida del grupo y marcadores importantes de su evolución.

TRES PRÁCTICAS DE PERFORMANCE: MARCADORES DE LA EVOLUCIÓN DEL GRUPO

• La práctica del “Micrófono Abierto”.

La dinámica de improvisación llamada el micrófono abierto -ilustrada ya en la introducción – consistía en un espacio acústico que facilitaba la “escucha” y el compartir de narrativas personales relacionadas con la experiencia del exilio y la distancia. La dinámica se puede resumir de la siguiente manera: (i) se canta una o varias canciones del repertorio del coro, al mismo tiempo que se camina libremente en un espacio lo suficientemente amplio y sin sillas; luego, (ii) los miembros del coro (a veces a los espectadores presentes) son invitados a acercarse al micrófono abierto instalado en la mitad de la sala, con el fin de compartir en voz alta ideas, emociones o mensajes espontáneos que surgen de la atmósfera del encuentro y que se experimentan como una necesidad apremiante de comunicar; (iii) se coordina bajar el volumen del canto para escuchar atentamente las voces de los que voluntariamente expresan las ideas o emociones que les despierta la canción.

Por segunda vez pusimos en práctica el “micrófono abierto” en febrero de 2019. Participaron 16 miembros del coro quienes aceptaron en esa oportunidad ser objeto de un video. En este ejemplo cuatro mensajes se pudieron escuchar:

Because I want to know who did it. Enough of silence, enough of fear. [Porque quiero saber quién lo hizo. Basta de silencio, basta de miedo.]

Because we are not going to let ourselves be silenced anymore, because we have to speak out and shout that we want peace, and a country for the future of what is to come; that your voices will be heard in Montreal, in Colombia and all over the world! [¡Porque no vamos a dejar que nos silencien más, porque tenemos que hablar y gritar que queremos la paz, y un país para el futuro de lo que viene; que sus voces se escuchen en Montreal, en Colombia y en todo el mundo!]

Because war is no longer an option, it is over! I want to thank the universe that the Peace Agreement was made, that this Truth Commission was made; it is a space for empathy and healing! [Porque la guerra ya no es una opción, ¡se acabó! Quiero agradecer al universo que se haya hecho el Acuerdo de Paz, que se haya hecho esta Comisión de la Verdad; ¡es un espacio de empatía y sanación!]

In Colombia there is a lot of pain caused by violence, but of all the countries I know, it is the country that radiates the most love on this earth! [¡En Colombia hay mucho dolor causado por la violencia, pero de todos los países que conozco, es el país que más amor irradia en esta tierra!]

 Cantar y escuchar en grupo se transformó en un medio para cambiar la representación de un país que nos hacía sufrir y llorar. Hacer música con este grupo se volvió cada martes por la noche, un entreacto que hacía posible vivir una cierta conciliación entre, por una parte, dolor, nostalgia y sufrimiento, y, por otro lado, creación, alegría y belleza.

• Movilizando emociones, discutiendo y creando nuevos significados

La primera canción que aprendimos a cantar fue el Bambuco, Mi País (My country), del compositor Guillermo Calderón[5] (Figura 1). El bambuco es una música tradicional de los Andes colombianos heredado del quechua que era generalmente interpretado por los fabricantes de cerámica. Cuando llegaron los españoles, debido a su falta de comprensión, la pronunciación cambió a wampuku y luego a Bambuco. Esta canción se convirtió en el himno que identifica el Coro A la Escucha y fue el objeto del proyecto de grabación virtual realizado durante el periodo inicial de confinamiento que nos permitió continuar dándole sentido a la tarea de escuchar los testimonios de los exiliados y apoyar el trabajo de la Comisión. ¿Por qué se convirtió esta canción en el himno y la carta de presentación del Coro A la Escucha?

La gran conexión que como colombianos experimentamos cuando cantábamos Mi País se pudo facilitar por la riqueza de las diferentes emociones positivas y negativas que rememoraban la letra de esta canción. Un análisis gradual, nos permite identificar emociones denominadas positivas en las tres primeras estrofas de la canción (alegría, vida, esperanza, gozo, fuerza, amor, rebeldía, resiliencia) así como un grupo de emociones negativas (tristeza, dolor, miedo, fatiga, exclusión, destrucción, injusticia) (Cuadro 1). En consenso afirmamos que cantar Mi País nos reconfortaba a todos moralmente. Experimentamos un mejor estado de ánimo que podía oscilar entre alegría y nostalgia, o bien, entre esperanza e impotencia a la vez.

Sin embargo, cantar Mi País también nos llevó a tener discusiones en las que se puso en evidencia las diferentes reacciones emotivas que teníamos los miembros del coro cuando otorgábamos significados distintos a la letra de esta canción; reacciones influenciadas por nuestros pasados, trayectorias de vida y maneras de como nos toco vivir el conflicto armado colombiano. Por ejemplo, en mayo 2020, tuvimos una discusión muy animada respecto a las emociones contradictorias que nos despertaban dos frases de la canción. Luis (director del Laboratorio) y Pilar (directora del coro) nos habían propuesto ya la tarea de reflexionar sobre el significado de dos frases de esta canción y de readaptar la letra a nuestra actual realidad.

El primero en compartir con todos sus reflexiones sobre el tema fue Luis, quien se refería a las ambivalencias emocionales que le causaban, por una parte, las frases “es el petróleo que hierve entre tus venas” (cuarta frase de la primera estrofa) y, por otra parte, “sudor de hombre, mujer que espera” (quinta frase de la tercera estrofa). En la perspectiva de Luis, compartida también por otros miembros del grupo, la palabra “petróleo” evocaba la idea del recurso natural que se explota y que origina tantas injusticias sociales en nuestro país; y “sudor de hombre mujer que espera” le hacia pensar en la idea “sexista” que no reflejaba la realidad en nuestros actuales contextos, en donde se acepta que es el hombre quien tiene la responsabilidad de llevar el sustento a casa, mientras la mujer, en una posición pasiva e incompetente, espera a su marido. Luis proponía re-escribir las frases cuestionadas por otras que fuesen más compatibles con los valores y sentimientos que nos identifican con nuestras actuales acciones y posiciones.

En contraste, la otra perspectiva a la que adherían otros miembros del coro, defendía el respeto de la idea original del autor y a la preocupación de considerar el contexto en el que la canción fue escrita. Otros miembros del grupo afirmaban que “petróleo” era también un recurso que se asociaba a energía, crecimiento económico, y que “mujer que espera” representaba también a todas las mujeres que esperan saber la verdad de lo que les pasó a sus hijos o esposos en la guerra. Pilar agregó: “el compositor escribió esta canción él mismo víctima de la violencia, su familia tuvo que huir del Huila por causa de la violencia política de aquellos años en donde también perdió a su madre”. Yo aceptaba la segunda argumentación.

De esta manera, escuchándonos sobre las diferencias de percepción en la interpretación de la letra de la canción y sumergiéndonos en la historia del otro, experimentamos colectivamente una comunicación que entiende, tolera, solidariza y se proyecta en el tiempo. También cantamos la adaptación que hizo Luis de las estrofas que despertaron polémica, siguiendo su perspectiva creativa de interactuar con la letra de la canción y hacerla más personal (Figura 2).

• Grabación virtual de Para la Guerra Nada: de cómo la desiLUSIÓN da paso a la creACIÓN

Grabamos la canción Para la Guerra Nada junto con la conocida cantante colombiana Marta Gómez, con la Orquesta Filarmónica de Medellín y, desde Medellín, con el Coro Reconciliación, cuyos miembros eran antiguos “combatientes” de distintos bandos del conflicto (guerrilla, paramilitares). La letra de la canción no solo produce en el grupo un profundo sentimiento de oposición a cualquier manifestación de violencia sino también una reafirmación y apoyo a los procesos de paz y reconciliación en el posconflicto. Los versos de las estrofas 3 y 4 (Cuadro 4) compuestos por ambos coros también muestran el resultado de la dinámica que se convirtió en una práctica libre y espontánea: escribir letras que comunican valores y actitudes que se conectan de manera coherente con las realidades vividas por los coristas en sus contextos actuales.

Esta grabación virtual sacó a la luz el proceso grupal vivido durante ocho meses de ensayos semanales en los que el encierro jugó un papel importante. Nos vimos obligados a repensar las formas de funcionamiento para completar el compromiso con las tareas de la Comisión: la recogida de 24 entrevistas con los voluntarios que querían dar su testimonio. La grabación virtual también fue una tarea solitaria. La grabación en solitario nos hizo darnos cuenta de lo que habíamos creado individual y colectivamente: un espacio terapéutico, cercano al lenguaje del arte, un lugar para dar forma a proyectos políticos espontáneos.  El espíritu de koinonia seguía presente y, aprovechando la nueva situación de incertidumbre derivada de la pandemia.

Sin lugar a duda la directora del coro fue una figura esencial en el trabajo de hacer música en un grupo de colombianos muy diverso. La audaz y variada selección del repertorio de canciones (joropos, bambucos, villancicos, cumbias, música de mensaje social), la claridad y convicción con las que Pilar nos animó a respetar las reglas de grupo (puntualidad, cumplimiento de tareas individuales, mantenimiento y cuidado del espacio, consideración por el folder de partituras, franqueza en la retroacción), así como su manera de ejercer los roles de “directora” y “facilitadora del proceso de grupo”, produjeron en mí una gran admiración y respeto hacia ella.

Mi identificación con su rol de facilitadora de grupo fue casi inmediata. Dejarme influenciar por su manera de conducirnos constituyó la fuente de mayor aprendizaje: (a) su flexibilidad-firmeza a la vez en el cumplimiento de las reglas, (b) su generosidad y dedicación (dar tiempo extra para aquellos que teníamos dificultad de encontrar nuestra voz más aguda), o (c) su planificación inteligente y ambiciosa del repertorio de canciones, nos llevarían a la realización más exigente individual y colectivamente: la grabación virtual en solitario de Mi País. Esta joven virtuosa de la música (20 años menor que yo), me daba grandes lecciones de cómo progresar en dos dimensiones de mi vida que poco había trabajado: aceptar mi voz para poder cantar, y luego, disponerme con humildad a escuchar las voces de los otros para poder encajar (fit). Integro aquí el mensaje que nos envió la directora del coro para la grabación virtual como ilustración:

Sé que para muchos grabar de esta manera ha representado un gran desafío, como lo dije en el ensayo les invito a aceptar el reto de permitirse pasar a través los miedos o las inseguridades que cantar solos nos puede generar, a valorar el talento que tienen y permitirse ofrecer un poco de su voz. Sé que el trabajo actual se vuelve mucho más individual y no contamos con el apoyo del grupo, pero es una oportunidad para el trabajo individual. Creo que podríamos dar un mensaje muy especial con este proyecto. Les propongo algunas opciones para las personas que se les dificulte grabar el video completo y por favor NO OLVIDAR GRABAR EN HORIZONTAL.

Últimas reflexiones

Después de haber leído lo escrito hasta ahora, tengo la impresión de que he descrito solo el primer nivel de mi experiencia como observadora e integrante del Coro. Me propongo en esta última parte, acercarme a un principio de respuesta ante la pregunta que me planteaba al comienzo de este escrito: ¿Cuál es la naturaleza o esencia de mi experiencia como participante del Coro A la Escucha durante los 2 años de su existencia? Entonces, trataré de integrar una última reflexión en este relato: los significados no esperados del espacio coral en el marco del trabajo de Comisión de la Verdad.

Los significados generados en el espacio del Coro.

La grabación virtual en solitario me permitió entender aún más, el término de Pavlicevic[6] cuando habla de “sincronía interactiva”. Este término describe nuestras sorprendentes capacidades de realizar micro-ajustes de gestos y actos para relacionarnos con otros. Haciendo música en grupo aprendimos a escuchar y adaptar la forma de cantar el uno del otro (voces bajas, tenores, contraltos, sopranos) con el fin de “encajar”. Esta capacidad de respuesta armoniosa y congruente nos hizo más fluidos, receptivos y capaces de empatizar con quienes también escuchábamos, paralelamente, en los conmovedores testimonios de la Comisión. Cantar en grupo fue mucho más que hacer música. Fue una manera de experimentar la música de grupo como algo que tiene que ver con la creación y el mantenimiento de las relaciones humanas, con todas sus complicaciones y frustraciones. A través del evento musical (o preparación para poder cantar una canción), integramos en el Coro este principio de “sincronía interactiva”, el cual produjo significados musicales, relacionales y emocionales al acto inmensamente poderoso de estar juntos en la música.

En esta experiencia, el espacio físico del Laboratorio de Escucha en que tuvieron lugar las prácticas del Coro antes de la pandemia, contribuyó de manera considerable en la creación de “afectos vitales” o esas cualidades que pueden explicar la energía y el movimiento presentes en los ensayos musicales (sensación de expectación, susurros de excitación y de emoción). Las características físicas del laboratorio ayudaron a crear una atmósfera cálida y envolvente, destacando la importancia de la experiencia social que se vivía en las relaciones. Como grupo nos apropiábamos de aquel espacio donde cobraban vida diversas formas de música, de interacción y de emociones. Ese espacio amplio, de muros altos, pintados de color oscuro, de luces, de cámaras, de equipos de grabación sofisticados nos hacían vivir, actuar y expresarnos todos los martes en la noche, como verdaderos artistas que ofrecían a un público real o imaginario un entorno unificador.

Figura 4: Significados no esperados generados en el Coro A la Escucha

Resumiendo, el Coro A la Escucha generó consecuencias musicales, sociales y emocionales no esperadas (ver Figura 4). El canto en grupo generó un canto para escuchar, es decir, una forma de dialogo más allá de las palabras. Colombianos desconfiados de otros colombianos aprendimos: (a) a creer en sí mismos para poder cantar y así desarrollar el recurso del canto que tenemos todos, para luego, (b) permitir verdaderos intercambios entre los miembros del coro relacionadas con nuestras experiencias del pasado y del presente, para finalmente, (c) decidir un compromiso de grupo en tareas de gran envergadura como la de escuchar los testimonios de diferentes grupos de exiliados residentes en la provincia de Quebec. Recordar y aprender a cantar las propias canciones comenzó a tener sentido; cantar colectivamente canciones colombianas nos permitió la re-creación de un ambiente en donde música (canciones colombianas) y entorno (laboratorio de escucha), se volvió la Colombia en el exterior, la Colombia que habíamos construido y que se volvió indispensable para cada uno de los miembros del Coro.

Conclusión

Este articulo empezó con una ilustración que describía la práctica del micrófono abierto o de la práctica de apropiarse de la propia voz para expresar las emociones y mensajes que suscita cantar canciones del país de origen ante un público internacional. Tenía la intención de mostrar al lector el proceso de exploración de mi propia identidad a partir de la experiencia de cantar en grupo. Mis apreciadas notas etnográficas tomadas durante los ensayos del coro (grupo de colombianos que viven en Montreal), así como las notas de mis reflexiones con mi grupo de entrenamiento en Roffey Park en Inglaterra (analistas de grupo ingleses y europeos) fueron el fundamento de este escrito. A la pregunta que me plantee ¿Cuál es la naturaleza o esencia de mi experiencia como participante del Coro A la Escucha durante los 18 meses de su existencia?, puedo decir que la experiencia de cantar en este grupo coral constituyó un medio para cambiar la representación del país que nos hace sufrir y llorar. Hacer música con este grupo se convirtió en un entreacto que me hizo posible experimentar una cierta reconciliación entre sufrimiento y nostalgia, por una parte, y creación, esperanza y belleza, por la otra.

Como dije anteriormente, he relatado solo un primer nivel de mi experiencia como observadora e integrante del Coro. Necesitaré mucho más tiempo para explorar y profundizar otros niveles de experiencia que tocan numerosos temas que se revelaron durante la redacción de este relato y así potencializar su alcance. Por ejemplo, explorar la significación del espacio físico (Laboratorio de Escucha) en la dinámica de las relaciones sociales, musicales y emocionales; examinar con más cuidado la significación de construir un territorio o una Colombia en el exterior; analizar además de cantar en grupo qué otras condiciones ayudan a sacar emociones silenciadas que llevamos dentro por mucho tiempo y que cantando en grupo se liberan. Desearía profundizar la idea del canto del grupo como espacio transicional que posibilita la transformación de nostalgia y sufrimiento en acciones creativas. No puedo terminar este escrito sin agradecer a mis compañeros de canto y de escucha su valiosa presencia en esta aventura esencial en mi proceso de re-encontrar mi propia voz como colombiana en el exterior.

Bibliografía

De Maré, P., Piper, R. & Thompson, S. (1991). Koinonia: From Hate through Dialogue to Culture in the Large Group. Karnac: London

Foulkes, E.H. & Anthony, E.J (1990). The Phenomenology of The Group Situation. En Group Psychoterapy. The Psychoanalytic Approach. Second Edition. Karnac Classics: London.

Pavlicevic, Mercedes (2003). Groups in Music. Strategies from Music Therapy. Jessica Kingsley Publishers. London. ISBN 184310 081 9.

von Sommaruga Howard, T., (2015) ‘Conducting Large Groups: Making Sense of being a Stranger in a Foreign Land’ ATA: Journal of Psychotherapy Aotearoa New Zealand Vol. 19, 2015.

von Sommaruga Howard, T., (2011) To Stand Sitting! Bi-Cultural Dilemmas in a Large Group in Aotearoa New Zealand, Sagepub.uk/journalsPermissions.nav Vol. 45(2):219-243

Notas

[1] Este Laboratorio reúne una comunidad de investigadores que investigan la escucha como un acto en vivo en el contexto de la actuación informada por la historia oral para el cambio social, el teatro textual, la danza documental, la música, la actuación, el arte sonoro, la actuación activista y la historia pública. Cuenta con un equipo especializado para grabar, transmitir y editar audio y video de alta calidad.

[2] https://comisiondelaverdad.co/la-comision/que-es-la-comision-de-la-verdad

[3] Von Sommaruga Howard, T. (2018). An Architect’s View of the Larger Group. GASI Autumn Workshop Large Groups: Contemporary Challenges.

[4] De Maré, P., Piper, R. & Thompson, S. (1991). Koinonia: From Hate through Dialogue to Culture in the Large Group. Karnac: London

[5] Guillermo Calderón es un Cantautor, Músico, Guitarrista y arreglista Huilense. Nació el 7 de agosto de 1952 en el seno de una Familia de origen Campesino. Su familia tuvo que huir del Huila por causa de la violencia política de aquellos años, consecuencia de ello fue la pérdida de su Madre en condiciones que marcaron para siempre su postura ante el establecimiento y la injusticia social que desde siempre ha sufrido su País y el Continente. Calderón fue compositor. Su obra muestra un marcado nacionalismo evidenciado en la temática social de sus canciones.

[6] Pavlicevic, Mercedes (2003). Groups in Music. Strategies from Music Therapy. pp 185.


Amparo Jiménez
Tiene un PhD en Management y Estrategia de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM) y es profesora asociada de la Escuela de Negocios de la misma Universidad desde 2002. Tiene una Maestría en Psicología Clínica (Universidad de los Andes en Colombia) y es Psicóloga (Universidad Javeriana en Colombia). Desde enero de 2019, realiza la formación Creating Large Group Dialogue in Organisations and Society (CLGDOS), en asociación con la Sociedad Internacional de Análisis de Grupo del Reino Unido.
Jimenez.amparo@uqam.ca