Los Grupos, la Terapia Virtual y el Psiquismo Caosmico en la Era Viral

Carlos Pachuk

En este artículo voy a  trabajar la historia de las  concepciones grupales con  el comienzo de la terapia virtual durante la vida presencial en el consultorio y  la actualidad de la Pandemia.

Historia de la psicoterapia grupal

Si hacemos una Cruz para representar los cuatro ejes de la terapia grupal  la línea vertical representa al grupo que tiene un polo administrativo y un polo fantasmático, la línea horizontal representa al sujeto que tiene un polo yoico y un polo inconsciente. Las cuatro formas que adquiere la terapia grupal están marcadas por las preposiciones:

• Terapia POR el grupo consiste en trabajar con la línea vertical en su polo administrativo (reglas para pertenecer) , el grupo como motor y un coordinador idealizado. Ejemplo de Alcohólicos Anónimos donde cada integrante hace un relato sin intervención de los otros miembros y el coordinador es un ex alcohólico, no es un grupo psicoanalítico.

• Terapia DEL grupo de origen bioniano interpreta la línea vertical del grupo en ambos polos: Grupo de Tarea y Grupo de Supuestos Básicos pero no interpreta al sujeto.

• Terapia EN grupo  de un psicoanalista argentino Gerardo Stein es una especie de psicoanálisis en grupo. Trabaja la línea horizontal del sujeto en ambos polos yoico e inconsciente pero no interpreta los fenómenos grupales.

• Terapia DE grupo trabaja con los cuatro polos del grupo y del sujeto a partir de la complejidad y las lógicas heterólogas. Sus representantes son la escuela francesa de D. Anzieu y R. Käes y en la Argentina M. Bernard.

El grupo terapéutico – un múltiple sensible a construir

Mi esquema teórico está  en la línea de Psicoterapia DE grupo. Múltiple alude a las relaciones sujeto-otro y al ritmo de la intersubjetividad

Sensible porque convoca a las emociones, a movimientos de los cuerpos captados por la intuición. En la virtualidad se da de otra manera: el cuerpo  existe más allá de la pantalla. A construir por el devenir incierto de cada sesión que está potenciado por la variedad de alternativas que analizarse en conjunto produce.

1) La relación con el grupo es existencial, de exposición, en un campo de deseos se trata de vivir la experiencia. Como decía el grupólogo  R. Usandivaras “en algún momento de la sesión algún miembro se tira a la pileta” (conversaciones personales).

2) En el  grupo se producen vínculos que implica el encuentro con la otredad en la  transferencia de pares.  La otredad tiene varias dimensiones: idéntica/semejante en los vínculos narcisistas, diferente/ajena en los vínculos neuróticos y extraña/siniestra en los vínculos con violencia explícita que no son agrupables y donde el otro pasa a ser un objeto  cuya expresión social son los feminicidios y genocidios.

3) En lo grupal hay un fondo fantasmático como conjunto anárquico de fantasías que adquieren en algún momento un organizador a través de los significantes o de la dramática, según predomine discurso o  escena. Estos climas son variables en cada sesión y es de buena técnica que el terapeuta interrogue ¿Qué está pasando hoy en el grupo?

4) La multiplicidad apunta al  segundo orden de conocimiento de Spinoza que es la ley de composición de los vínculos, una especie de sentido del ritmo, quiere decir que se componen  vínculos con otros vínculos, mediante nociones comunes. También ocurre lo contrario, hay momentos de descomposición de los vínculos cuando la diferencia genera conflictos que perturban al grupo.

5) Esto significa que en algún momento un integrante va a mostrar sus miserias y ocupar el lugar de resto lacaniano, chivo emisario pichoniano o convertirse en el Jinn (en términos kaesianos): portador y portavoz de todas las representaciones negativas e inaceptables. Son los instantes donde surge lo obscuro y denso de cada uno. La famosa “escena temida” dirían los psicodramatistas y el desafío terapéutico consiste en que el conjunto grupal pueda metabolizarlo y que este lugar sea rotativos si ocurre con  el mismo paciente termina siendo expulsado por el grupo.

6) La aparición del sujeto múltiple, creación de cada uno y de todos en ese grupo, se trata de un sujeto en devenir que se produce en el cruce con las otredades presentes y supera falsas antinomias como repetición-novedad o singular-plural pues convoca ambos aspectos con un plus. Habilita vías de transformación de cada paciente  al surgir aspectos del psiquismo que estaban en forma potencial en el sujeto o son invenciones inéditas fruto de la experiencia con las otredades.

7) Un cambio en la regla fundamental: que hable quien quiera, lo cual significa que otros callan aunque la escucha en silencio es otra forma de investir al conjunto.

8) Hay un nivel horizontal (trabajo sobre el grupo) y un nivel vertical (trabajo sobre el sujeto) a veces suceden  cruces de niveles  cuando alguna temática del grupo impacta en la historia de un sujeto que denominé “indicador subjetivo” pues va del grupo al sujeto, es un instante princeps de la transferencia  equivalente a las “interpretaciones mutativas” (Strachey) cuando a un paciente le pasa en el grupo lo que ocurre en la vida, momento único de fuerte vivencia emocional.

9) En otras ocasiones se producen   sesiones individuales breves  al estilo lacaniano, cuando predomina el discurso de un sujeto, que es un Uno muy particular porque todo el grupo escucha o aporta comentarios. Resulta importante observar en esos casos las reacciones del  paciente si habilita y es penetrado por la palabra de los compañeros o bien “juega al tenis” es decir tiene una actitud defensiva donde rebota todo lo que se le dice.

10) Es interesante establecer aquí las diferencias entre el acontecer grupal y el psicoanálisis individual, que se dice y que se calla en cada contexto,  pero no olvidemos que el grupo es un dispositivo para tratar al sujeto. Mientras que en la  individual el paciente suele organizar la sesión antes de llegar al consultorio, en el grupo  nunca se sabe que va a pasar, aunque un paciente porte un discurso muchas veces es interferido por una escena espontánea que se arma en el momento. Esto tiene su costado negativo porque el integrante se siente desplazado y positivo a la vez porque  la escucha también puede  transformar al sujeto.

11) Dos momentos claves que son exclusivos de esta terapia son: la sesión del arribante (paciente nuevo) y la ceremonia de despedida (paciente que egresa consensuado con el terapeuta y el grupo).

En la nueva cultura informática estas formas han variado y otras han conservado su estilo: en la sesión inaugural el paciente o bien se presenta con su problemática o pregunta quienes son esos desconocidos con los que compartirá el grupo. En estas elecciones se juegan aspectos de estructura psíquica por ejemplo es frecuente que en la histeria (masculina o femenina) prefiera presentarse primero o si predominan rasgos obsesivos decida escuchar a los otros aunque también inciden situaciones clínicas como la ansiedad y la urgencia que hacen que el “nuevo/a” necesite contar que le pasa.

En todos los casos surge la virtualidad pues al final de la sesión  le piden el número del celular y lo incluyen en el grupo de Washapp.

Respecto a la ceremonia de despedida suele ser muy emotiva el paciente habla de cada uno incluyendo al Terapeuta y todos hablan de él incluso el Terapeuta. Luego lo informático  consiste en excluirlo del grupo de Washapp porque ya no pertenece al conjunto.

12) La clínica es compleja y no apunto a transmitir una visión  idílica  de los grupos. Hay situaciones donde aparece el fracaso cuando se repiten conflictos que no es posible metabolizar situaciones críticas de gran hostilidad que no entran en el circuito de la palabra y la elaboración y a veces terminan con el abandono de pacientes.

Cada sesión es única, pero también puede ser la última.

Los motivos que pueden terminar con el grupo son variados, pero un factor decisivo es la tendencia a la burocratización, como señaló M. Bernard. Sucede cuando predomina la pertenencia en lugar de la tarea. Se produce un pacto inconsciente entre los miembros donde todos repiten lo mismo y ninguno interfiere esos discursos, el grupo se anquilosa convertido en un espacio alquilado al terapeuta para estar ahí, se pierde el objetivo de analizarse y prevalece el tedio.

Otras razones son clínicas debidas a la capacidad de renovación de pacientes, que en épocas de crisis social es difícil sostener para el terapeuta o la institución.

13 ) El grupo terapéutico es un conjunto de vínculos que tiene un origen simbólico-imaginario en  el deseo del analista o en la institución que los eligió para pertenecer (descriptas como imago paterna o materna).

La fantasmática que genera este origen, aunque el grupo vaya cambiando de integrantes y aunque el terapeuta no funcione como un oráculo, reaparecerá cada vez que ingresa un paciente, porque las salidas del grupo dependen del grupo y de cada integrante pero las entradas son indicación del terapeuta y ese lugar de padre-genitor marca un sesgo en la transferencia  es decir que la  cuestión edípica está presente en el origen como sucede en los comienzos de la vida, aunque luego se torne secundaria, el grupo no es una familia ni un clan fraterno. El analista puede ser un hipnotizador (lider de masas según Freud) o un hipnotizado desde el supuesto básico de Bion. En la práctica ocurren las dos cosas, a veces el terapeuta produce una escena con su intervención, otras es impulsado a jugar una dramática y en general bascula entre estas posiciones, pero lo importante es que  perciba donde la dinámica transferencial lo coloca.

Cumple varias funciones: elige a los pacientes para determinado grupo, su deseo sostiene la tarea, establece el encuadre en cuánto a espacio, tiempo y honorarios, decide junto a cada uno las altas o elabora con el grupo los abandonos y es el responsable de la continuidad de la tarea con su presencia y de la vigencia del grupo al incorporar nuevos integrantes.

14) Cuando empieza la sesión es el momento de mayor incertidumbre, lo no pautado, como llegan (en racimo, a veces juntos) quién hablará, quién callará, en la presencialidad donde se sentarán (a veces repiten lugares), que cruce habrá entre quienes.

Instante de la invención, todo grupo terapéutico es una creación apoyada en el encuadre (tiempo, espacio y analista o institución) que brinda consistencia al grupo y lo mantiene unido. El apuntalamiento es quizás lo más específico y sostén del grupo, consiste en el sentimiento de pertenencia que ofrece el conjunto.

Suceden instantes de polifonía organizada donde todos arman una cadena asociativa desde la identificación y diferencia que es otra manera de pensar la fusión y la falta van creando la multiplicidad vincular que permite la transformación del psiquismo de cada miembro del grupo. Este múltiple grupal es diferente al múltiple de pareja y familia  porque no hay pactos y acuerdos previos, sólo los que va estableciendo la cultura grupal.

A mi entender otra manera de pensar el grupo es como una pequeña comunidad  que parafraseando a Freud diría que “si toda psicología es social” la noción de “Curarse con otros” implica que toda cura singular es una cura colectiva.

Lo comunitario apunta a promover una actitud hospitalaria entre los seres humanos al incluir diferentes sectores sociales, culturales  o de género en un mismo grupo por ejemplo un transexual, distintas religiones o países, profesionales, empresarios, cuentapropistas, obreros, desempleados, etc.

En ese sentido circula una pluralidad que enriquece  y es favorable para personas que viven en ámbitos muy cerrados. La experiencia de la Terapia  de Grupo Virtual  ha ampliado  este horizonte.  Esto no anula un criterio de admisión centrado en las características del psiquismo, así no es conveniente ubicar a psicóticos descompensados o más de un borderline en un conjunto a predominio de neuróticos.

15) Tiendo a pensar  la transferencia como lo que sucede en la sesión, fue Bejarano pionero de la Escuela Francesa quien planteó las cuatro transferencias: al grupo, al Terapeuta (central), a los otros (lateral) y al mundo pero estableció la Central al terapeuta como la princeps para interpretar.

A mi criterio esto ha cambiado:  las transferencias  más importantes son entre pares y la transferencia al grupo (climas, imaginarios, escenas) que constituye una defensa frente al mundo, mientras que la transferencia dirigida al terapeuta pierde la relevancia que adquiere en el diván, aunque el decir del analista  tenga un efecto especial.

Continuando las ideas de la clínica vincular (descripción-interpretación-interferencia según Janine Puget)  hacia los grupos los recursos del terapeuta consisten en percibir la atmósfera  y el estado del grupo en el presente de la sesión, interpretar la cadena asociativa del sujeto o del conjunto e interferir  cuando el analista da una opinión como un otro-sujeto, esto sucede muchas veces con cuestiones referentes a la subjetividad social donde el terapeuta fija una posición, por ejemplo acordar con el matrimonio igualitario o cuestionar la corrupción.

En  la transferencia entre pares observamos:

• un cruce de fantasmas (lectura lacaniana) cuando el fantasma de un miembro se acopla al fantasma del otro mediante la identificación o bien  se produce una fantasmática novedosa que nunca estuvo antes a partir de la diferencia en el grupo está potenciada pues sucede entre varios integrantes.

• la relativización del propio conflicto al escuchar a los otros y el impacto de la palabra de un integrante dicha “en bruto” sin los tiempos analíticos, cualquiera puede interferir el discurso de otro y expresar un comentario o producir una escena donde están en juego las emociones.

• el eje continuo-discontinuo el paciente genera  un relato sobre sus vínculos externos que no coincide con su  modo de relación con los integrantes del grupo y en otras ocasiones impacta la repetición.

16) En el transcurrir grupal las fantasías originarias freudianas (escena primaria, seducción, castración) se expresan en otro nivel: son fusión, seducción y falta, que  constituyen el magma de la multiplicidad. Como planteaba M. Bernard estas fantasías son rotativas y permutativas  entre los integrantes y producen la dinámica grupal. Alguien habla y ocupa el centro  en un rol activo de libidinizar al conjunto (seducción), algunos hacen identificación plena con ese discurso (fusión) y otros están en diferencia (falta). Desde el psicodrama diríamos que se presenta una escena (energía libre)  donde circula el deseo con una dramática como argumento (energía ligada) sobre un clima grupal contingente que convoca a la intuición  del terapeuta y deja un resto irrepresentable.

17) El concepto de “Curarse con  otros” también  implica  que los cambios se producen por los efectos emocionales de la escucha y la escena, a veces el relato  anecdótico conlleva un aspecto práctico de resolver cuestiones cotidianas en un lenguaje coloquial entre los integrantes que no descarto, a veces acercan una información, un señalamiento que son útiles y producen alivio, no todo es circulación fantasmática.

LA TERAPIA  VIRTUAL Inicié  la virtualidad en el 2008 cuando presente en una  Universidad Privada de Buenos Aires de la cual soy profesor titular en la materia grupos terapéuticos un Proyecto de Investigación que fue aceptado. Durante cuatro años (2009-2013) coordine un grupo virtual con pacientes de todo el mundo en habla castellana que dio lugar al Libro: “Terapia de grupo Virtual: Curarse por Internet” en el 2014. Utilizando en esa época Skype intenté  observar que tienen en común y en que se diferencian  Web Cam  con la terapia presencial. Los pacientes pueden grabar las sesiones con la condición legal escrita en un documento de no difundirlas por la Web y quedan en la intimidad del grupo. Esto  permite un registro continuo de las sesiones grupales, algo así como  una “Historia Clínica Compartida” a diferencia de las “presenciales” donde la crónica la tiene sólo el terapeuta, mientras que en este caso las sesiones quedan como un documento inaccesible jurídicamente.  Todos los  integrantes pueden recurrir en cualquier momento al archivo y revisar que pasó en una sesión…de hace seis meses. ¿Qué hacen los pacientes durante la sesión? Pueden poner pausa en la cámara , ausentarse, ir al baño, comer, mutearse y hablar por teléfono, y dicho con ironía por un integrante, frente a temas excitantes masturbarse. ¿Cómo saber si otra persona no está viendo o escuchando la sesión? Pienso que estas “trampas” se pueden dar parcialmente, pues los “fabuladores” abandonan al poco tiempo la experiencia y durante el proceso temporal es difícil sostener un engaño. La Web Cam tiene en común con la presencial la posibilidad de ver al paciente, semblantear, oir los tonos de su voz, risas, llantos, etc., pero con un cuerpo sin imagen. Como elementos inéditos y específicos de esta técnica: La Web Cam se parece a una película bergmaniana de primeros planos cinematográficos, siempre está en la pantalla el rostro del paciente, que podemos observar con detalle en todas sus expresiones y  con mayor profundidad a pesar, vaya paradoja, de no estar “en presencia”, mientras que el resto del cuerpo queda en segundo plano y  el alcance de la cámara  impide el libre movimiento como suele ocurrir en una terapia grupal clásica, por ejemplo, el intercambio de sillas, lugares o visitas al baño. Es una terapia de rostros que hablan. Otra cuestión es la relación entre lo público y lo privado, el acceso a la casa del paciente y también del Terapeuta,  la intimidad puede exponerse a desconocidos que  nunca serán “presenciales” Surge así en la Web Cam  lo que nomino  “Terapia de Espejos Múltiples”. Esta idea surgió a raíz del comentario de una paciente: “Comenzé el grupo con cara fruncida y ahora me veo relajada, hablar me hizo bien”. Entonces pensé que con la Imagen de Cámara todos nos miramos en forma simultánea, por ejemplo puedo observar mi rostro cuando interpreto o escucho el discurso de un paciente, es una situación inédita específica de esta técnica y todos los pacientes  se observan en espejo durante la sesión. En la virtualidad falta el espacio transicional winnicottiano: el café que marca el encuentro previo o posterior a la sesión frecuente en las terapias presenciales, pero hay un punto en común en todas las técnicas que es el WAshapp, Cuando ingresaba un paciente al grupo presencial todos le pedían su celular y lo incluían en un Washapp que era administrado por un miembro del grupo y donde no estaba el analista. Cuando el paciente se iba del grupo presencial salía al mismo tiempo del grupo de Washapp. ¿Cuál era la relación entre ambos grupos? ¿amplificaba o interfería la terapia grupal? Sucede que estaban en distintos registros el virtual y el presencial que tenían distintos códigos y distintos manejos del tiempo y espacio. Mientras que en el presencial prevalecían los cuerpos con sus gestos, olores, lugares, en un espacio definido el consultorio y en un tiempo acotado la sesión  en el virtual no había límites para el espacio (cualquiera) y el tiempo (continuo) en ausencia de la transferencia con el analista que paradojalmente era el creador del grupo o ¿esto marcaba otra forma de transferencia con un líder ausente? Tenía la ventaja de instalar un especial grupo de pertenencia porque siempre alguien respondía y todos sentían  “el grupo me piensa”, pero esta especie de disponibilidad absoluta   amenazaba convertirse al decir de R. Käes en un Archigrupo inmortal y eterno más allá o en reemplazo de la terapia presencial. En esta dinámica la castración estaba puesta en la falla electrónica del objeto o en la salida del miembro del grupo presencial si esta regla se cumplía. Mi técnica  es dejarlo funcionar y solo planteo traer aquellos relatos que hacen ruido en el grupo pero podemos polemizar al respecto. Siguiendo a Bion, pienso que el Supuesto Básico  de dependencia estaría ubicado en la computadora, mientras que el terapeuta sería en este aspecto un integrante más del grupo sometido a las leyes de la tecnología. Recordemos que la continuidad de la comunicación no depende sólo de las reglas del grupo, pues cualquier imprevisto (falla en el sistema Web Cam, cortes de luz, etc)  pueden producir la interrupción abrupta de la sesión, estamos bajo el dominio de un superyo tiránico. Queda claro entonces que se trata de una terapia cuyo mediador es la máquina. En ese sentido la máquina puede transformarse en el Otro no castrado, es decir, si en el juego de las generaciones, los padres son los portadores de la vida de los hijos y estos a su vez los garantes de su muerte en el universo humano de la finitud y la castración, la máquina sería inmortal en su perfección y siempre renovable por otra superior, como ocurre actualmente con las computadoras. La relación hombre-máquina genera diversos devenires: abona el desarrollo del Cyborg (mitad humano-mitad máquina) como ya ocurre en las subjetividades del siglo XXI : somos la prolongación de nuestros celulares, de las  notebooks, transitamos la era de los implantes: genéticos, orgánicos, etc. Aunque esta cultura del celular se ha globalizado existe el riesgo de crear los Cyborg como raza superior a través de la selección genética, las transformaciones del cuerpo y la instalación de objetos en el psiquismo. Otra variante temida es la autonomía de la computadora sobre el hombre que vimos en películas de ciencia ficción (Odisea en el Espacio de S.Kubrick). La máquina transmite certezas y las preguntas que produce funcionan dentro de un sistema previo, es decir la computadora, al decir de Heidegger, es un Ente que no puede interrogarse sobre el sentido del Ser.  Recuerdo a Cortazar cuando escribía  “un puente es un hombre sobre el puente” una computadora sigue siendo un hombre con la computadora, no creo en la existencia de computadoras sin hombres. ¿El supuesto saber del analista, que requiere todo tratamiento en su inicio, está devaluado por ese gran Otro: la máquina? ¿O bien el analista despierta el fantasma del científico loco? Puede suceder que haya pacientes que desaparezcan del sistema al mejor estilo fóbico, si bien esto ocurre en las terapias “presenciales” aquí parece más sencillo, basta con desconectar la computadora. El Supuesto Básico de ataque y fuga suele ocurrir por el escape de información que genera  la Web Cam, donde cualquiera puede  hacer circular  la sesión por Internet. Este clima paranoide resulta posible cuando la comunicación  transita hacia climas más discriminados, donde aparecen  las  historias personales y los conflictos actuales de cada integrante. Será necesario acentuar el “nosotros”, referido al compromiso y la ética del secreto y desplegar un sistema de control preventivo de los mensajes al exterior del grupo, esto conlleva a establecer criterios legales ya mencionados como requisito previo para realizar la terapia

HIPÓTESIS E INTERROGANTES ¿Qué se gana con la virtualidad y que se pierde con la dilución del cuerpo? ¿La ausencia del yo-piel o de contacto corporal neutraliza la contención o bien se generan otras formas de apuntalamiento? Retorno a M. Foulcault ¿Qué lugar tiene el pliegue del Sí mismo cuando la intimidad está expuesta a una imagen continua? El riesgo es caer en una subjetividad de reciclaje continuo, con sustituciones automáticas y sin anclajes singulares. ¿Esta terapia será una variable del neologismo “extimidad” como una intimidad que se exhibe u otra forma de hacer intimidad?¿Las variables culturales, geográficas y étnicas favorecen la comprensión de los problemas planteados o los obstaculizan? ¿Qué ocurre con la sexualidad en esta terapia con la máquina, especialmente el Washapp que  habilita una actitud clandestina respecto a la pulsión, por ejemplo el paciente puede abrir una ventana y mirar sexo mientras hace la terapia o dicho en forma conceptual ¿Cómo  juega el registro de lo real?¿La terapia virtual acelera los tiempos psíquicos del yo? ¿Qué sucede con el inconsciente en la virtualidad? ¿Qué pasaría si los pacientes se encuentran en la realidad? ¿Se produciría otro intercambio? o bien ¿Tiene sentido que se conozcan, no será esta idea una forma antigua de pensar? De ser factible ¿Alternaríamos la terapia on- line con alguna sesión “presencial”?

LA TERAPIA VIRTUAL EN PANDEMIA: El efecto del virus ha sido poner en primer plano la Terapia Virtual. Cuestionada por la ortodoxia psicoanalítica que la veía como una técnica auxiliar, que compensaba inconvenientes en concurrir a las sesiones presenciales, o reparaba las inevitables distancias geográficas. No alcanzaba el status del oro puro como ocurrió con el psicoanálisis de grupo y el psicoanálisis vincular, que tardaron veinte años en ser aceptados. La prueba es que con cualquier encuadre o técnica se puede interpretar el inconsciente si el analista trabaja con la transferencia y la asociación libre además de los señalamientos.

Según un adagio griego y un libro de R. Käes toda crisis es ruptura y superación. La angustia frente a lo desconocido genera una oportunidad. Efecto pandemia de la noche a la mañana la terapia virtual adquirió una visibilidad masiva y todas las plataformas: Zoom, Jits, Skype, etc. pasaron a ser la novedad radical. Se produjo el instante del giro copernicano, un relevo del paradigma clásico en menos de una semana, tan sorprendente como imposible de simbolizar. Cambios que transforman el mundo en la medida que cambian los modos de habitarlo y que llegaron para quedarse. Me ocuparé en este contexto tecno-digital de la joya de la terapia actual que ha alterado el psiquismo y los conceptos de espacio, tiempo, cuerpo y lenguaje que ya describí en su mayoría en párrafos anteriores. ¿Dónde está el cuerpo en la virtualidad? Si salimos de la clásica dicotomía presencia-ausencia podemos pensar en “corporalidades” como vivencias de habitar la escena virtual o en cuerpo vibrátil (S Rolnik). El cuerpo existe más allá de la pantalla y la conectividad, produce efectos sensoperceptivos, gestuales, semióticos compartidos, quizás el sexo virtual sea el ejemplo más fácil de entender. El tiempo oscila entre el Aión griego o tiempo continuo –eterno, y el tiempo cronológico.  Es un instante o un estado transicional  donde el otro puede estar o no estar o ser otro ajeno. El espacio ya no es homogéneo,  es un pliegue sin fronteras, el consultorio perdió las paredes, la terapia puede ocurrir en cualquier lugar y momento. Todas estas variables confirman en el psiquismo el cuarto registro mencionado junto al Real/Simbólico/Imaginario  que Freud y Lacan no pudieron trabajar porque no existía Internet y  llamaré Caósmico (cruce de orden y desorden una subjetividad conformada por los objetos instalados en el psiquismo, que amplía la estructura del psiquismo del nudo borromeo). Ahora nos urge la clínica. Sucede que analistas muy experimentados se revelan noveles y con cierta torpeza,  frente a la modalidad de las plataformas que tienen un acceso y funcionamiento complejo. Surgen los interrogantes: ¿Qué transferencia está en juego? ¿Qué pasa con el comienzo de la sesión? ¿Quién llama a quién? Les cuento mi experiencia. Hay un problema entre el deseo y la técnica si a la hora de la sesión el paciente no aparece no sabemos si es por dificultades técnicas o por resistencias. ¿Qué hacer? Yo planteo después de diez minutos “estoy en línea”, pero no llamo al paciente. Existe el riesgo de dar vuelta la demanda, y que sea el deseo del terapeuta  que quiera hacer la sesión. Algunos pacientes han desertado, especialmente los que hacían diván pues no soportan el cara a cara virtual que entorpece la asociación libre. Con aquellos que han continuado sugiero usar solo el sonido sin activar ningún sistema de video, para recuperar el encuadre analítico. Recuerdo las ideas de Bleger que en el núcleo simbiótico del encuadre se depositaba la parte psicótica de la personalidad, esa que estalló en el aire y también nos afecta a nosotros. Habituados al bullicio del consultorio nos sorprende el lento ritmo de las sesiones virtuales con un inevitable tiempo inicial de adaptación técnica. La realidad se achata. La ausencia de vida fuera de la casa, la reducción del mundo exterior, empobrece las temáticas de nutrición vincular. Esto genera un clima de repetición, de aburrimiento, en un grupo se mencionó la película “El día de la marmota”,  estamos paralizados, no hay novedad para contar, existe el riesgo que el fantasma de la peste se instale entre nosotros y arrase la terapia. Como inyectar vida, deseo, proyectos cuando no sabemos ¿cuánto durará y cómo será la existencia después, que quedará vigente? Como grupólogo veo difícil reunir a los grupos después de la cuarentena en el consultorio porque no hay distancia de metro y medio si son seis u ocho integrantes y además predomina la desconfianza con cierto tono persecutorio ¿dónde estuvo cada uno? ¿cómo saber si no es un portador sano? Es posible que los grupos virtuales continúen por un tiempo indeterminado. ¿Qué nos pasa como seres humanos? Nosotros también tenemos miedo al contagio, pero más aún a la desocupación, que en nuestro caso está algo oculta porque no sabemos con cuántos pacientes contamos o no nos animemos a decir. Pasar de lo presencial a lo virtual sin elaboración, y en forma inmediata, es como una migración tan real que huimos del consultorio a nuestras casas salvo que trabajemos allí. Para la gran mayoría el consultorio pasó a ser un lugar inaccesible y nostálgico. ¿Cuándo volveremos? Se acentuó el  cambio en la transferencia que está mediatizada por las plataformas que deciden cuándo funciona la conexión y absorben gran parte de los diálogos durante la sesión. Se dan varias paradojas el terapeuta puede ser un excelente clínico pero si tiene una computadora que no esté actualizada, los ruidos y las interferencias van a influir en la sesión que puede llevar a una crisis en el tratamiento.  Lo mismo vale para los grupos, basta que algún paciente tenga un sistema obsoleto para que todo el grupo no pueda trabajar, genera rápidamente fantasías de exclusión, el paciente se transforma en el chivo emisario del grupo. La continuidad de los tratamientos puede depender de los algoritmos y de las plataformas, la virtualidad genera en este aspecto una simetría entre analistas y pacientes.

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Carlos Pachuk